Ir al contenido principal

Juan el travieso

Esta semana, te presento a Juan el Travieso, un niño de ocho años con más curiosidad que un gato. Juan tiene un talento especial para meter las narices donde no lo llaman y encontrar aventuras en cualquier rincón. Nunca se queda quieto, siempre está probando cosas nuevas y preguntándose el porqué de todo. Esa actitud le ha metido en más de un lío, pero también le ha dado algunas de las mejores aventuras de su vida.

Era un martes por la tarde cuando Juan decidió explorar el sótano de la casa de su abuela. Nadie bajaba mucho por allí porque era un lugar oscuro y lleno de cajas viejas, pero para Juan eso solo significaba una cosa: misterios por resolver. Con una linterna en la mano y su fiel perro Max siguiéndolo, se escabulló por la puerta del sótano mientras su abuela dormía la siesta.

Juan busca en el sótano con su perro Max

El aire olía a humedad y a algo más, algo que no podía identificar, pero que definitivamente hacía el ambiente más emocionante. Al encender la linterna, el haz de luz reveló pilas de cajas llenas de juguetes viejos, libros polvorientos y algunos objetos extraños. Mientras exploraba, encontró un baúl cubierto de polvo y decidió abrirlo, pero estaba cerrado con un candado oxidado.

—Max, esto se pone interesante —susurró Juan mientras observaba el baúl.

Con el ingenio que solo un niño de ocho años podría tener, Juan buscó entre las cajas hasta que encontró una horquilla. Sonrió satisfecho; había visto suficientes películas para saber cómo se abrían cerraduras. Tras algunos intentos y muchas caras de concentración, el candado hizo un "clic" y el baúl se abrió.

Dentro había algo que Juan no esperaba: unos prismáticos. No unos prismáticos de juguete, sino uno real, aunque bastante pequeño y lleno de arañazos. Juan lo levantó con cuidado, fascinado. Sin pensarlo dos veces, subió de nuevo las escaleras y se dirigió al jardín, donde comenzó a espiar a través de los prismáticos a todo lo que podía ver: a su vecino el señor Ramón podando los rosales, a su hermana María jugando con sus muñecas, y hasta a Max, que ahora ladraba al gato del vecino.

Juan examina su entorno con los prismáticos


Juan se sintió como un verdadero explorador. los prismáticos se convirtieron en su herramienta favorita durante toda la tarde, hasta que su abuela se despertó y lo llamó para merendar. Juan corrió a la cocina, dejando los prismáticos escondidos en el jardín. Sabía que aún quedaban muchas aventuras por vivir y muchos misterios por resolver, y estaba seguro de que esos prismáticos serían la llave a nuevos descubrimientos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Saltarín y Brincón: La Gran Escapada

 Era una mañana soleada en el bosque, y Saltarín y Brincón , dos conejitos llenos de curiosidad, habían decidido aventurarse un poco más allá de su habitual zona de juegos. Llevaban mucho tiempo explorando las partes más seguras del bosque, pero ese día querían algo distinto. Querían ver qué había más allá del viejo roble, el gran árbol que marcaba el límite de su territorio conocido. —¿Crees que habrá algo interesante más allá del roble? —preguntó Saltarín, con sus orejas erguidas y los ojos llenos de emoción. —Seguro que sí, siempre he tenido curiosidad por saber qué hay más allá —respondió Brincón, dando un pequeño salto de entusiasmo. Los dos conejitos saltaron juntos, cruzando el límite que sus padres siempre les habían dicho que no debían pasar. La emoción de lo desconocido los guiaba mientras se adentraban en una parte del bosque que nunca habían visto antes. Había plantas nuevas, aromas diferentes y una extraña sensación de aventura que los envolvía. Saltarín y Brincón se ...

Manuel y su Amor por los Pájaros

  Manuel era un niño de 4 años, lleno de energía y con una imaginación inagotable . Tenía dos hermanos menores, Ignacio y Fernando , a los que adoraba, pero también disfrutaba de ser el mayor y de poder contarles todas las cosas que él sabía. Y Manuel sabía muchas cosas, sobre todo cuando se trataba de su tema favorito: los pájaros . Desde que aprendió a hablar, Manuel se había vuelto muy charlatán. A sus padres y a todos sus familiares les sorprendía lo bien que hablaba para su edad. Podía mantener una conversación sobre casi cualquier cosa, pero lo que más le apasionaba eran los pájaros . Conocía muchísimos nombres de especies diferentes y, aunque sus hermanos aún eran pequeños para entenderlo todo, a Manuel le encantaba compartir sus conocimientos con ellos, esperando que algún día compartieran también su amor por las aves. Manuel tenía una colección impresionante de juguetes de pájaros . Había pájaros de madera, pájaros de peluche, e incluso algunos de plástico que podían bat...

Sol y la montaña de almohadas

 El pequeño Sol estaba en plena fase de exploración. Con apenas un año de edad, su curiosidad y energía parecían no tener límites. Esta vez, sus padres habían organizado una pequeña área de juego en el salón, donde habían dispuesto muchas almohadas de todos los tamaños y colores para que él pudiera gatear y trepar sin peligro. Las almohadas estaban apiladas como una gran montaña mullida , un escenario perfecto para las travesuras de Sol. Sol miró aquella enorme pila de almohadas con fascinación. Le parecía la cosa más emocionante del mundo. Sus pequeños ojos brillaban con entusiasmo, y sin pensarlo dos veces, decidió que era hora de emprender una gran aventura de escalada . Comenzó gateando con determinación hacia la montaña, empujando las almohadas con sus manitas y pies. Cada vez que intentaba escalar, alguna almohada se movía y él se deslizaba hacia abajo, aterrizando de forma divertida sobre las otras. Pero, lejos de frustrarse, Sol reía a carcajadas . Cada caída era para él u...